Las declaraciones de inconstitucionalidad de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, le hacen a López Obrador, lo que el viento a Juárez, y así antes de que en la Corte se decida sobre los alcance y efectos de su declaración de inconstitucionalidad y antes de que se notificara la Invalidez al presidente, de su decreto por el cual se ocultan, con el pretexto Seguridad Nacional, las información de sus obras públicas, éste los madrugó: promulgó un nuevo decretazo con el mismo propósito, el de negar el derecho a la información en lo relacionado con sus obras insignia. Con ello técnicamente, no podría ser acusado de desacato, porque aun no se resuelve sobre los alcances ni se le ha notificado.

Pero ya antes demostró su rebeldía, así con respecto a la resolución que declaró la inconstitucionalidad de que la Guardia Nacional dependa de la SEDENA: lo primero que hizo, fue ordenar a la titular de Secretaria de Seguridad Pública, que haga una simulación, y que se mantenga al militar que está directamente al mando de la Guardia Nacional, en su cargo.

Luego, la que se refiere a la primera parte del Plan B, que en lo fundamental, prohíbe que el presidente y los funcionarios, hagan proselitismo partidista: lo primero que hizo, fue su célebre mañanera sobre el “ya saben por quien votar”, lo que además fue considerado no ilegal, por el nuevo INE.

Asi las históricas resoluciones de la Suprema Corte, no le han afectado y parece no le afectarán al presidente, que así impone su voluntad sobre estas resoluciones, las que solo le sirven como pretexto, para atacar, debilitar y aún destruir, a una Suprema Corte, cuyo delito ha sido el ser apegada a la Constitución y ser autónoma en sus resoluciones, salvo en tres de sus integrantes.

Mario Rosales Betancourt, abogado y Maestro en Derecho. Profesor de la asignatura de Derecho en la FES Acatlán de la UNAM y en la UAM-Azcapotzalco.